La importancia del agua

Somos agua. Y esta es una afirmación que hago sin miedo a exagerar basada en la proporción de los componentes que forman nuestro cuerpo: hasta el 70-80 % del peso corporal de una persona joven está formado por agua y esta agua conforma nuestras células, nuestra sangre, nuestros músculos y cada pequeño rincón de nuestro cuerpo. Eso sí, este líquido que no es algo estático dentro de nosotros, está en continua transformación a través del aire humedecido que expulsa nuestra respiración, del sudor que sale por nuestros poros o de nuestra orina y deposiciones. Así que podemos decir también que somos lo que bebemos. Y por eso es fundamental que estemos constantemente reponiendo y regenerando nuestros niveles de agua y que nunca dejásemos pasar demasiadas horas sin que entre líquido en nuestro cuerpo. La nutrición clásica recomienda beber unos mínimos diarios pero lanzan cifras “fijas” que no hacen referencia a la edad, sexo, estación del año. Así que es inevitable preguntarse: ¿Todos necesitamos la misma cantidad de agua?

 

La cantidad justa

WaterLa tan manida afirmación de que “hay que tomar dos litros de agua al día” es quizás una simplista generalización que convendría revisar. Un ejemplo lo encontramos con la gente de más de 60 años (puede variar con cada caso): Aquí la proporción de agua con respecto al peso corporal ha ido disminuyendo paulatinamente debido a que el cuerpo tiene menos capacidad de retenerla, así que hay que incrementar la frecuencia y volumen de los líquidos diarios superando los dos litros a ser posible. Algo a veces complicado ya que la sensación de sed a ciertas edades se reduce significativamente. Si vivimos en zonas muy cálidas o en los meses de más calor también es muy recomendable superar los dos litros de agua al día. Y a los hombres por norma general siempre hay que sumarles medio litro más de media más que a las mujeres, así que ellos deberían tomar al menos 2 litros y medio en épocas de mucho calor. Si además practicamos deportes a diario esta cantidad aumentaría todavía más en función de la intensidad y la duración de la actividad. Sin embargo en invierno y si no realizamos ninguna actividad física, al no tener casi pérdida a través del sudor con litro y medio para la mujer, y dos litros para el hombre, tendríamos más que suficiente. Hay varios supuestos donde deberíamos incrementar notablemente los niveles de agua:

Uno de ellos es el caso de las mujeres que estén amamantando que deberían superar ampliamente los tres litros al día.

Ese es también el caso de aquellos que sufran episodios puntuales de diarreas, infecciones del tracto urinario, acidez o lleven una dieta muy rica en proteínas ya que su digestión necesita de más agua. (OJO BODYBUILDERS!! Si tomáis una cantidad exagerada de proteínas para desarrollar músculo debéis beber una cantidad enorme de agua para eliminar los residuos de proteínas o de lo contrario vas a dañar tus riñones)

Es también beneficioso aumentar el consumo diario de agua si estamos realizando una dieta de adelgazamiento ya que al estimular la diuresis se combate la retención de líquidos.

Hay una sencilla regla nutricional que puedes seguir para saber exactamente cuánto necesitas en función de tu peso: Debes multiplicar tus kilos x 30. Ejemplo: ¿Pesas 60 kilos? Entonces deberías beber unos 1800 ml de agua de media (esto sin tener en cuenta ninguna circunstancia vital especial).

 

Consecuencias de la falta de agua

DryEl peligro de la deshidratación se da cuando eliminamos más agua corporal de la que ingerimos. Tan sólo una pequeña pérdida de esta agua afectaría directamente a la irrigación de nuestros ojos, al transporte de los residuos hasta los riñones, a la normal absorción de los nutrientes de los alimentos o a la correcta regulación de nuestra temperatura corporal. Pero nuestro organismo por norma general es sabio y manda señales antes de que esto pase. La primera: La sed. De todas formas lo ideal seria no llegar a estar sedientos ya que esto nos estaría avisando que ya se hemos perdido alrededor del 1% de nuestra agua. Los siguientes síntomas, y aquí ya deberíamos empezar a preocuparnos, serían:

 

  • Sentir la boca seca
  • Sufrir dolores de cabeza
  • Debilidad física (y mareos)

 

Un buen indicador de nuestro nivel de líquidos lo encontramos en la misma orina. Si la vemos más densa y oscura puede ser un síntoma negativo ya que eso indicaría una concentración de deshechos por escasez de líquidos. Una buena señal es cuando nuestra orina sale más diluida y clara. Pero si estamos deshidratándonos además nos sentiríamos mareados, aletargados y poco a poco nuestros riñones dejarían de trabajar. La muerte por deshidratación suele ser muy rápida ya que el cuerpo en las mejores condiciones físicas no suele aguantar más de 5 días sin nada líquido. Un ligero déficit continuo de agua, aunque no llegue a causar una deshidratación severa puede abrirle las puertas a otras patologías como asma, alergias, migraña, colitis o dolores crónicos. Este tipo de deshidratación de”baja intensidad” se da mucho más a menudo en los meses de verano.

Y hay que tener cuidado de no rehidratarnos demasiado con bebidas que contengan cafeína ya que al ser ligeramente diuréticas pueden hacernos orinar más de lo normal aumentando los riesgos de deshidratación. También debemos cuidar de no sobrehidratarnos con agua tras haber realizado alguna actividad o ejercicio físico de gran intensidad ya que corremos el riesgo de eliminar demasiado sodio y padecer hiponatremia. Esto les puede pasar a algunos corredores que al haber perdido ya bastante sodio a través de la transpiración beben demasiada agua “pura” que va a fomentar todavía más esta eliminación. El resultado puede ser nefasto desembocando en un edema cerebral. Para evitar esto, si el ejercicio de va a prolongarse durante más de una hora, lo mejor es recurrir a bebidas con electrolitos o isotónicas cada vez que el cuerpo nos lo pida. Podemos prepararnos nosotros mismos una super potente y mucho más sana y efectiva que las comerciales (y además libre de aditivos). Sólo hay que mezclar:

1 litro de agua + el zumo de un limón +  una cucharada de sirope de arce o de cereales +  una cucharadita de bicarbonato +  1/2 cucharadita de sal rosa del Himalaya.

 

Las aguas minerales embotelladas

 

Al igual que las necesidades nutricionales de cada persona son diferentes, el mercado ofrece un abrumador abanico de opciones donde encontrar el agua que más nos convenga. Si conocemos las cualidades de las aguas así como donde podrían estar nuestras carencias de minerales nos será más fácil encontrar el agua más idónea.  También podemos optar por un agua pura de manantial de mineralización débil o incluso en zonas donde el agua sea de calidad, tomarla de grifo pasada por un filtro purificador. Sea como sea la próxima vez que pasemos por la sección de aguas de nuestro supermercado no estará de más que nos tomemos unos minutos para curiosear entre las etiquetas de las diferentes tipos que hay.

Para ir poniendo un poco de orden la primera distinción que habría que hacer es entre aguas de manantial (Aguas que salen de fuentes naturales hacia la superficie y de una pureza que las hace aptas para el consumo) o aguas minerales naturales (Las minerales naturales suelen provenir de depósitos subterráneos libres de contaminación muy ricas en minerales y oligoelementos donde no se les agrega nada artificial). Además hay otras aguas minerales, con añadidos no naturales, que podríamos llamar “funcionales”. Dentro de las aguas minerales tanto naturales como artificiales  tendríamos las fluoradas, las cálcicas, las magnésicas, sódicas… Destacan las sulfatadas ya que son muy beneficiosas para la digestión y la piel o las bicarbonatadas que estimulan el metabolismo y neutralizan la secreción gástrica. 

Hay que tener cuidados con estas aguas y en general cualquiera de mineralización fuerte (superior a 1500 mg/l) ya que podríamos sobrecargar nuestro organismo con un exceso de minerales innecesarios. Cuidado en especial con los niveles de sodio en todos aquellos que padezcan hipertensión o retengan líquidos ya que deben exclusivamente buscar aquellas que se anuncien como hiposódicas o que contengan menos de 20 mg/l. Si buscamos un agua ideal para niños o cualquier persona con problemas de riñón hay que recurrir siempre a las que se anuncien como de mineralización débil.

 Be water my friend

 

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